La motivación es una variable fundamental para el inicio y mantenimiento de cualquier actividad que nos propongamos. En deporte se vuelve decisiva por su incidencia en el compromiso de los deportistas y en las conductas de adherencia, persistencia y tolerancia a la adversidad, tan necesarias en el contexto deportivo. Más, si hablamos de deporte de competición y de alto rendimiento, dónde la motivación se convierte en un auténtico motor para la práctica.
¿Qué es la motivación?
Se entiende por motivación al grado de interés del deportistas por su actividad y/o las consecuencias de todo tipo que genera esta (Buceta, 2016). Es una variable psicológica que mueve al individuo hacia la realización, orientación , mantenimiento y/o abandono de las actividades físico-deportivas, y suele estar determinada por la asociación cognitiva que el sujeto hace de las diferentes situaciones (si es positiva, mayor motivación; si es neutra, dependerá de la construcción cognitiva que realice por influencia del entorno y de sus propias convicciones) en función de una serie de factores (individuales, sociales, ambientales y culturales) (Dosil,2008).
Todos sabemos que cuando estamos motivados no nos cuesta tanto hacer las cosas y tenemos más energía para dedicar a esa tarea que nos motiva. Si por ejemplo, estoy motivado por ganar una competición no me cuesta ir a entrenar y tengo más energía para hacer frente al cansancio.
¿Qué determina la motivación?
La motivación dependerá de como percibamos lo atractivos que son los beneficios a conseguir, los costes necesarios para alcanzarlos y la relación entre ambos.
En general la motivación inicial será mayor cuanto más atractivos sean los beneficios, ya sean de tipo material, social o interno. La motivación se consolidará si el deportista conoce los costes a pagar y está dispuesto a asumirlos. En general, cuanto más interesantes sean los beneficios, mayor serán los costes que el deportista está dispuesto a pagar. Sin embargo, es importante que el deportista tenga la certeza de que asumiendo estos costes conseguirá los beneficios deseados (esta es una parte importante, ya que muchos deportistas no tienen clara esta relación cuando se les solicita un esfuerzo elevado). Finalmente, esta motivación se fortalecerá si el deportista consigue los beneficios deseados y más si percibe que los ha conseguido a través de su esfuerzo.
De hecho, un error común para fomentar la motivación en deporte es sólo tener en cuenta los beneficios, olvidándonos de los posibles costes. Lo más habitual es recordar aquellos logros que se pueden llegar a conseguir. Por ejemplo, “venga, que eres buenísimo, puedes llegar a ganar el campeonato nacional.” Puede que a esa persona le interesen los beneficios que su entrenador le propone, pero no esté dispuesta a asumir los costes que supone ese objetivo.
Una buena idea, es asociar los costes a corto plazo con los beneficios a largo plazo y fomentar la idea de que el esfuerzo tendrá una recompensa futura. Lo habitual es tener que asumir costes iniciales para poder obtener un beneficio en el futuro. En algunas ocasiones es recomendable comenzar con un plan de bajo coste inicial, para garantizar una buena percepción de control inicial. Y es que la motivación tiene una relación muy estrecha con la autoconfianza y nos suele gustar hacer las cosas que sentimos que controlamos. Por ejemplo, es mucho más común que haga la jugada en la que confío, incluso aunque no sea la mejor opción.
¿Todo esto quiere decir que si los costes son bajos la motivación será mayor? No. Es más, para deportistas con una gran autoconfianza, el simple hecho de asumir unos costes elevados, puede ser un reto que les motive.
Una de las claves de la motivación en el contexto del deporte de competición consiste en vincular el rendimiento personal y los logros deportivos con la satisfacción de las necesidades más prioritarias (Buceta,2016). Puede que para un deportista lo más importante sea satisfacer necesidades superiores de autorrealización y para otro garantizar la subsistencia económica. Conocer estos aspectos sobre la motivación es relevante a la hora de firmar compromisos contractuales con deportistas profesionales.
Dos buenas herramientas para trabajar la motivación son el establecimiento de objetivos y la matrices de decisiones. Por otro lado, es muy recomendable involucrar a los deportistas de alguna forma en la toma de decisiones en las que puedan participar, cómo los objetivos a plantearse. Involucrar al deportista en el proceso de entrenamiento y en su propia mejora aumentará su grado de compromiso y su motivación.
Por último, es interesante tener en cuenta otras alternativas existentes que puedan “competir” con la motivación del deportista y la inversión ya realizada hasta el momento. Veamos dos ejemplos. En el primer caso, puede que un futbolista cadete comience a entrenar con el equipo de juveniles y que pierda el interés por jugar partidos con el equipo de su propia categoría. En el otro caso, a un jugador veterano que lleva toda la vida en el mismo equipo, le surge la oportunidad de cambiar a un club mejor, pero este decide rechazar la oferta por todo lo que siente que ya ha invertido en su club de toda la vida.
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